La corteza ovárica está formada por el epitelio de recubrimiento de los ovarios, los folículos ováricos y el tejido conjuntivo adyacente, que conforma el estroma. El epitelio de recubrimiento es cúbico simple y también es conocido como epitelio germinal, dado que en el pasado se creía que de este epitelio derivaban las células germinales, concepto que en la actualidad se ha descartado y se ha corroborado que sólo es un epitelio de revestimiento.
Debajo del epitelio germinal se encuentra la túnica albugínea, constituida por tejido conjuntivo denso irregular y después los folículos ováricos en distintos estadios de desarrollo, rodeados por el estroma. Un folículo corresponde a un ovocito más las células que lo rodean.
Los ovocitos presentes al nacimiento permanecen detenidos en la primera fase de la división meiótica; durante la pubertad los folículos experimentan un crecimiento y maduración cíclica. La mayoría de los ovocitos primarios que hay al nacimiento, alrededor de 600 000 a 800 000, no completan la maduración y se pierden en forma gradual al ocurrir atresia, que consiste en la muerte espontánea y posterior reabsorción de los ovocitos inmaduros. Por otro lado, el crecimiento y maduración de los ovocitos que logran ser ovulados están directamente influidos por la secreción de la hormona folículo estimulante (FSH, del inglés follicle stimulating hormone) por parte de la adenohipófisis.
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